¿Estáis hartos de ver en Instagram eso de Bone Broth? Pues no es otra cosa que caldo de huesos. Vamos, el caldo de toda la vida, hecho con huesos. Aquí, llevamos toda la vida tomando calditos, en mi casa han sido un habitual de todas las cenas de invierno y mi hermano incluso se los bebía como si fuesen agua. Pero en otros países existe menos tradición y ahora es el último grito en el mundo healthy aunque yo, por lo que he visto, lo hacen con una especie de concentrado que echan a cucharadas; un poco rollo pastillita de concentrado de caldo (guarrerías, guarrerías, donde esté el casero…)
Lo bueno de hacer el caldo con huesos, en vez de con pollo o con verduras, es que si lo haces bien aprovechas todo el colágeno que tienen los susodichos y el resultado es un caldo ideal para deportistas porque ayuda a mantener cuidadas las articulaciones (y los huesos, claro). También dicen que es muy bueno para la salud digestiva; eso ya os lo iré contando.
Lo dicho, os dejo la versión casera y, si la hacéis bien, debería quedarse gelatinizado una vez la refrigeréis pero, no os preocupeis que recupera su estado al calentarlo de nuevo.